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Las Mujercitas del cine.



Acabo de volver a casa, después de "convencer" a la familia para ir al cine a ver Mujercitas, que se estrenó ayer en Londres, en lugar de ir a ver Star Wars. 
Yo crecí teniéndole manía a Mujercitas a través de las versiones cinematográficas antiguas, la de Cukor, de 1933 con Katherine Hepburn y la versión posterior con Liz Taylor en el 1949...El título me irritaba, "Mujercitas" con sus grititos mal doblados al español y sus arrumacos continuos me empalagaban, las veía como a un grupo de damiselas languidas  y aburridas, y los absurdos en la representación de las edades de las actrices se me hacia incomprensible siendo yo una niña. Curiosamente en la película de 1933 la actriz que interpretaba a Amy con 15 años, estaba embarazada y lo ocultó a gran parte del equipo, y en la de 1949 la actriz que hacia de Beth también estaba embarazada mientras hacía el papel de una niña de 11 años.




Pese a haber leído alguna versión adaptada del libro de niña, mi idea de Mujercitas era bastante superficial y simplona y en resumidas cuentas me parecía una cursilería. 
Años más tarde, no recuerdo muy bien por qué, elegí una cita de Louisa May Alcott para enunciar uno de mis trabajos universitarios sobre el duelo: 

Por doloroso que este sea, un acontecimiento sentimental significativo puede servirnos de catalizador para elegir una dirección que nos guíe a nosotros-y a aquellos que nos rodean, de manera más efectiva”. 

Cartel promocional de Mujercitas, 2019, dirigida por Greta Gerwig 
De ella, hasta entonces sólo sabía que compartíamos cumpleaños y qué había escrito Mujercitas. Pero aquella cita estaba entre otras que despertaron cierta curiosidad en mi, por ejemplo que una mujer dijera a finales del siglo XIX: 

“La libertad es el mejor marido.“

para mi es toda una heroicidad. Y ¿por qué os cuento todo esto? Pues porque esta noche me he dado cuenta de que en realidad yo había visto Mujercitas (e ¡Incluso leído!) a través del Male Gaze (visión patriarcal artística especialmente en el cine). 
La única versión anterior a la del 2019 (la primera fue en 1918) dirigida por una mujer es la de 1994 qué justo vi hace un par de semanas y me pareció mucho más interesante que mi idea preconcebida. 

En la versión que he visto hoy, Gerwig ha sacado todo el feminismo con el que se escribió la historia a la superficie y sin tapujos, con la responsabilidad que la actual ola feminista requiere, pero manteniendo prácticamente toda la fidelidad al original, saltándosela únicamente al final, y  desde mi punto de vista en un merecido gesto de sororidad feminista desde la licencia artística (no diré más para no estropearle la película a nadie). 

Pero lo que hace de Mujercitas no sólo un clásico si no una película moderna, es que trata de lo mismo por lo que luchamos las mujeres hoy en día. 
La falta de credibilidad, lo irrelevante de nuestros aportes intelectuales y artísticos. La supervisión masculina permanente sobre nuestras obras o ideas...Todo eso sigue en vigor, y en una especie de meta análisis, la película en sí también sufre de ello, ha sido proyectada, tal y como lo fuera en el 1994 y tal como ocurriese con la publicación del libro en 1868, en medio de la duda de sí interesaría a los hombres o si “sólo” es cine de mujeres. 
Porque se sigue entendiendo que para nosotras ver películas con una mayoría de roles masculinos es normal y es lo genérico, pero ir a ver una película con una mayoría de elenco femenino es “de mujeres” y una subcategoría. 
Cuando he ido a comprar las entradas he visto que estaban agotadas en varios cines y luego me he fijado en que las salas escogidas para la proyección eran las más pequeñas, quizá estoy siendo paranoica, pero algo me dice que quien haya decidido tal cosa ha “intuido” que esto no era para el “gran público”. Mujercitas es una película fiel a un libro en el que se habla precisamente de esa misma lucha, la misma que sintetiza la frase de la camiseta que llevaba yo hoy en el cine:
“Feminismo: la idea radical de que las mujeres son personas”

Y es precisamente por un discurso en el que Jo expresa su agotamiento como mujer por tener que reclamar constantemente que las mujeres tienen una mente y un alma más allá del corazón, por el que posiblemente la actriz Saoirse Ronan sea nominada a un merecido Oscar.

  
Jo en 1933, 2019 y 1994


Porque aún es conmovedor para muchas de nosotras ver que en una pantalla  y a través de un libro de casi 200 años se nos representa y reclama como  personas que juegan y pelean, maternan, escriben, pintan, corren, saltan, crean, desean, dudan, luchan, discuten y sufren. 
Y es que lo que no se nombra no existe, lo que no se ve tampoco. Y de nosotras nada de lo que nos hace personas existe. Ni las vulvas ni nuestras ideas...Somos un todo inexistente, somos un conjunto de invenciones y fantasias sexistas deshumanizadoras. Perversiones objetificadoras, no hay diccionario que nos lo explique ni cuento que nos apoye, porque no hay una cultura que nos pertenezca, hay una cultura esperando a ser rescatada y creada.
Y en el cine aún no se nos ve del todo. Pero en esta ola de feminismo y aunque sea con cierto interés capitalista y una vez más, cierta regurgitación y apropiación patriarcal, se nos empieza a representar más allá de lo decorativo. Pero lo que aún sigue faltando y con urgencia de siglos es más mujeres directoras, productoras, fotógrafas, cámaras y guionistas.

Porque aún a día de hoy, contar nuestra historia de opresión, es parte de una justicia social que nos falta, porque lo que reclama Jo es lo que aún reclamamos  todas, que las "Mujercitas" sean mujeres de pleno derecho y que entre otras muchas cosas el cine nos represente como tales. 
En definitiva la nuestra, la de Mujercitas, es una historia de derechos humanos y opresión y de la necesidad de vivir en libertad, algo que debería interesarle a todo el mundo y con suerte incomodar a muchos. 

Pero soy optimista y creo que tal y como ocurrió con el libro, su exito no será anticipado, no lo decidirá la industria tal y como ocurrió también con la versión de 1994 y espero que ocurra con esta seremos las mujeres las que acabaremos  haciendo de ellas un éxito, porque si alguien entiende sobre la importancia de contar historias esas somos nosotras, nosotras quienes pese a ser forzadas durante siglos al analfabetismo, el matrimonio, la reproducción y el abuso fuimos capaces de ser las primeras en dirigir una película. Sí, Alice Guy Blanche fue la primera persona en dirigir una película de ciencia ficción, fue también pionera en ​ los efectos especiales, la ciencia ficción fílmica, el lenguaje cinematográfico (planos, iluminación, attrezzo, montaje, caracterización...) y fundadora de lo que más tarde se ha considerado la profesión de productor o productor ejecutivo. Pero eso es otra historia, otra de muchas que tampoco nos han contado. 
Alice Guy Blanche



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