Mañana nos mudamos de casa, a una más grande, con jardin, garaje y esas cosas que hacen la vida un poco más agradable en la medida de lo posible. Y estamos contentos e ilusionados pero yo hoy, ando con ansiedad y desasosiego, no consigo ponerle nombre a cómo me siento, pero sé lo que es. Lo sentí en nuestra última casa hace casi ocho años. Y es que al irme no sólo dejo una casa con sus recuerdos, dejo además dejo el sitio físico en el que parí a mi hija hace ahora unos tres años. Para mí esa es la mayor pega del parto en casa, un amigo mío dijo en un libro sobre el tema algo así como "¿Y a ver cómo vas a vender la casa en la que han nacido tus hijos?". A mi me da una especie de vértigo dejarla. Pienso en el acto de trascendencia que para mi supone la llegada a este mundo de un ser humano y la mera idea de otros pies pisando ese territorio donde ocurrió me parece un sacrilegio. Pero sé que es apego emocional y que tengo que dejarlo ir, que tendremos fotos, hist...
La feminista que hablaba de partos. La madre que hablaba de feminismo. La espectadora madre y feminista.