Skip to main content

La mayor pega del parto en casa

Mañana nos mudamos de casa, a una más grande, con jardin, garaje y esas cosas que hacen la vida un poco más agradable en la medida de lo posible. Y estamos contentos e ilusionados pero yo hoy, ando con ansiedad y desasosiego, no consigo ponerle nombre a cómo me siento, pero sé lo que es. Lo sentí en nuestra última casa hace casi ocho años. Y es que al irme no sólo dejo una casa con sus recuerdos, dejo además dejo el sitio físico en el que parí a mi hija hace ahora unos tres años. 

Para mí esa es la mayor pega del parto en casa, un amigo mío dijo en un libro sobre el tema algo así como "¿Y a ver cómo vas a vender la casa en la que han nacido tus hijos?". 
 A mi me da una especie de vértigo dejarla. Pienso en el acto de trascendencia que para mi supone la llegada a este mundo de un ser humano y la mera idea de otros pies pisando ese territorio donde ocurrió me parece un sacrilegio. Pero sé que es apego emocional y que tengo que dejarlo ir,  que tendremos fotos, historias y recuerdos que ayudarán a decorar los recuerdos de mi hija sobre el lugar en el que nació y quién sabe quizá hasta lo visite un día. 

Pero me consuelo cuando pienso en todas las casas Londinenses que tienen una placa azul para conmemorar que alguien celebre nació allí, ya que pienso que ahora una nueva generación de placas azules será posible con la reconquista del parto en casa. ¡Si es que nuestros queridos vástagos alcanzan la celebridad!

No me gusta sentir apego por las cosas materiales pues sé que nos vamos de este mundo igual de humildes y desnudos que llegamos y de nuestra materia quedará poco. Pero sé que alguna lagrima muy primal y mamífera caerá mañana cuando mire a un suelo que para mi, para nosotras fue nido.

Aunque algo me dice que mi hija, de alguna manera recordará siempre el que fuera su primer hogar.


All rights reserved Jesusa Ricoy


Popular posts from this blog

La casa / Carta abierta al gobierno español

Estos días terribles, inciertos, extraños, andaba irritada y no conseguía dar con el por qué, me irritaban especialmente las campañas edulcoradas de gente bienintencionada diciendo “quédate en casa”, a nivel racional entendía el mensaje, pero dentro de mi se daba una reacción de rechazo muy instintiva que no entendía.  Yo estoy relativamente bien en mi casa de Londres con mi marido y mis hijos, pero hoy he entendido que hay otra casa de la que yo aún quiero salir, la que a mi se m e quedó dentro. Y creo que es por lo que esa frase, junto con el hecho de que los niños en España no puedan salir, lo que a mi tanto me crispa.  Porque la casa de la que yo aún no he podido salir a mis 45 años es la casa de mi infancia, en ella aún vivo atrapada con el miedo a mi padre, rodeada de paredes que han condensado una tensión de años, que aún me sobresalta en algunas situaciones, y por lo que aún tiemblo al pensar en él y por la que ahora me cuesta ver lo que escribo entre mis lágrimas....

Female Gaze por Jill Soloway

Hace un par de años me ofrec[i voluntaria y les prometí al festival de cine de Canadá y a la directora Jill Soloway traducir su magistral discurso al español. Cosa que hice de inmediato pero al no tener tiempo de subtitular y tener miedo de infringir copyright por subir el vídeo subtitulado se quedó aparcado hasta hoy. Os cuelgo el vídeo y os paso el enlace de mi traducción porque para mi es una clase esencial https://docs.google.com/document/d/1-xT0drm9ijW4hT0Q3qgeNeQWqL9hI6DB4sI84uCE_Os/edit?usp=sharing

Mi verdad

Esta es mi verdad Me gustaría masturbarme en la ducha, pero en realidad lloro en la ducha. Lloro para poder salir a ser la madre que mis criaturas merecen. Bebés salidos de todo el amor que conseguí guardarme dentro, pese a la guerra. La guerra en la que crecí de niña, la del padre feroz y el patriarcado asesino. La guerra que aún me hace llorar en la ducha. Crecí aprendiendo a ser maltratada, y más tarde acosada y violada. Y aún me niego a ser víctima, sólo quiero que el patriarcado sea culpable. Y a mis 45 años ahora gorda y con el pelo blanco y deliberadamente contestatario, se me ignora en el abuso, ese que en breve se le pasará a mi hija como un saco de mierda, un yugo, un grillete ensangrentado. A mis 45 años lloro en la ducha y quisiera masturbarme y escribo libros y creo proyectos en los que les digo a las mujeres que se masturben, que sean felices, que resistan, que son poderosas, que no se crean la propaganda, que se protejan, que se agrupen, qué se quieran. Ellas n...