Esta es mi verdad
Me gustaría masturbarme en la ducha, pero en realidad lloro en la ducha.
Lloro para poder salir a ser la madre que mis criaturas merecen. Bebés salidos de todo el amor que conseguí guardarme dentro, pese a la guerra.
La guerra en la que crecí de niña, la del padre feroz y el patriarcado asesino.
La guerra que aún me hace llorar en la ducha.
Crecí aprendiendo a ser maltratada, y más tarde acosada y violada. Y aún me niego a ser víctima, sólo quiero que el patriarcado sea culpable.
Y a mis 45 años ahora gorda y con el pelo blanco y deliberadamente contestatario, se me ignora en el abuso, ese que en breve se le pasará a mi hija como un saco de mierda, un yugo, un grillete ensangrentado. A mis 45 años lloro en la ducha y quisiera masturbarme y escribo libros y creo proyectos en los que les digo a las mujeres que se masturben, que sean felices, que resistan, que son poderosas, que no se crean la propaganda, que se protejan, que se agrupen, qué se quieran.
Ellas no saben que les digo a otras lo que me gustaría que alguien me dijera a mí, a mí que estoy ya tan cansada, cansada de la guerra, cansada de luchar con las voces en mi cabeza, con los recuerdos que quisieron hacerme sucia e incapaz. Cansada de cargar con los sacos de mierda de tantos siglos. Cansada de querer salvar al mundo porque en él está el amor que con tanto cuidado guardé, cansada de este absurdo, de esta pesadilla mutante que no acaba jamas. ¿Cuántas cabezas tiene este monstruo y yo qué demonios le he hecho?
Yo solo quisiera masturbarme en la ducha, y ser feliz y disfrutar de la vida, me gustaría que en mis entrañas latiera el deseo y no la rabia, pero en la ducha aún lloro, esperando que igual que las lagrimas se pierden en el agua, se me vaya un día la angustia por el desagüe. Esta es mi verdad. Aún lloro en la ducha.