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La revolución feminista, señores, no es esto.



Aún me emociono y aún lloro. Y aún hay sonrisas cómplices de mil maneras por las redes, porque nos sabemos capaces, porque el #8M marcó indudablemente un antes y un después. Nosotras lo sabemos.
                         



Y al día siguiente aún seguíamos aturdidas por la emoción, como en una nube. Todo era posible. Me recordaba a los años 80 tras la muerte de Franco, a las euforias que tanta gente ha vivido al sentirse un poco más próximos a la libertad, al progreso, fue para muchas así de importante.  

Pero para cuando llegamos al día 10 y justo cuando yo desde fuera, empezaba a  impacientarme por el “y ahora qué”. Veo como, por suerte, me digo, la prensa da por fin visibilidad a los temas “de mujeres”. Los periódicos están plagados de noticias sobre todos esos temas que parecían condenados a no traspasar el muro patriarcal que los mantenía en la sección “Mujeres” en un muy conveniente aparte. 

Pasaban finalmente (o eso creía yo)  a ser temas de la humanidad, por fin, estábamos en los periódicos. En todos y se nos trataba en infinidad de cuestiones relevantes. De pronto casi todo tenia una tilde feminista o al menos un guiño o referencia, porque obviamente el #8M había sido trascendental.
Pero España es lugar de sucesos y parece ser que importara más que ocurran cosas, que el por qué ocurren. Así que rápidamente  todos los lideres políticos resultaron ser los más feministas y con ellos y a toda prisa el capitalismo se sube al carro del feminismo con la más burda de las máscaras en forma de lacito morado y sin haber entendido nada. Porque no olvidemos que al ponerse el lacito convierten al machismo en algo que no va co. ellos, algo así como un cancer o un desastre natural, y no en algo de lo que se benefician y son responsables. 

De pronto se ve de todo, hombres que de repente te quieren dar lecciones y hacer un mansplaining de feminismo delirante, líderes programas y artículos pujando por tener la visión más feminista posible y el contenido más concienciado...Y mientras yo, aún con la sonrisa del #8M en la cara, me digo, bueno está bien, está empezando, seamos bien pensadas, lo están intentando...Pero  muy rápidamente veo que no, que es que más de uno no ha entendido nada. Y lo que parecía  algo así como “España saliendo del armario feminista” acaba degenerando en un a ver quien hace más caja dándole palmaditas a las de siempre. A ver cómo nos las ganamos esta vez.

¿Se puede ningunear el 8M? ¿Se puede ningunear después de aquello a la mitad de España? 

A mi me da mucho miedo todo esto porque sinceramente, la revolución que yo esperaba, y espero, de este puñetera mundo, era muy básica. Era algo así como un acto de contrición general, un asombro fingido del tipo “es verdad llevamos siglos haciéndolo mal”, un “vamos a abrir los espacios”, “vamos a escuchar”, “vamos a preguntar qué quieren”, creí que se hablaría de trabajar por un pacto común, aprendiendo y callando por una vez.
Pero lo que yo oigo y leo es  más un:  “aquí no ha pasado nada y nosotros éramos feministas de toda la vida pero tu boba es que no te acuerdas.”
Una vez más el patriarcado quiere hacer algo así como vendernos la camiseta, la que lleva eslóganes que nosotras escribimos y sin pagarnos por el copyright. Y nos quiere regalar el oído y nos quiere tratar de idiotas como el peor de los amantes para llevarnos a la cama, y a mí, esto ya me suena más a moscón de discoteca a las 5 de la mañana que a amante potencial.

                


Y es que a este patriarcado de lacito morado le falta poco tiempo para sacar su verdadera cara y en cuestión de tan solo días utilizar la trágica muerte de un niño para hacer propaganda, y hablar del feminismo a destiempo, cuando una vez más lo único que procede es callar,  y se hacen programas y se escribe basura y se utiliza a la asesina como ejemplo y para retorcer, malversar y ensuciarlo todo a base de el machismo y racismo del de siempre. 

Y se utiliza a una madre destrozada para ejemplarizar la bondad y la maternidad del sacrificio y ganar audiencias con su dolor. Porque parece que para el patriarcado ninguna de las dos tienen derecho a ser persona con sus circunstancias, una como psicopata criminal que merece ser condenada y encarcelada y la otra como madre doliente que necesita que la dejen en paz. Las dos son utilizadas para el show y la propaganda, para el racismo y el ejemplo, como lo son siempre las mujeres, para  una sociedad que quieren reducir a circo romano o plaza de ajusticiamiento medieval. 

Todo eso también es machismo, y patriarcado puro y duro. Y los artículos como los de Jiménez Losantos no son una cuestión de libertad de expresión si no más bien de instigación al odio. 
Y lo que más asco me da es tener que embarrarme con ustedes en esta pelea, bajando a su nivel de buitres carroñeros para decirles desde este texto que los suyos no ven ni distinguen. Son ustedes ciegos ante la injusticia, el dolor y las seres humanos. Y por eso siguen ustedes no sólo sin entender nada, si no haciendo daño por donde quiera que pasa su patriarcado capitalista, que arrasa con todo, con todo lo que importa. 

En una España que han conseguido que lo mismo se llene de esperanza que de odio, lo mismo se dice feminista, que se erige en la misoginia  más agresiva. 
Lo mismo cuenta con 166.620 denuncias por violencia de género (con un claro patrón masculino) que publica bazofia cuestionando al feminismo, nuestra agresividad y violencia. 

Yo, sinceramente, necesito recuperar la perspectiva porque la capacidad de distorsión empieza a ser aterradora. 
Así que por suerte sigo siendo feminista con todas sus consecuencias y sin ambages y creyendo en el trabajo de mis compañeras que ahí siguen pese a todo, haciendo el trabajo de siempre, el de siglos, el que no luce, el que sufre de escupitajos virtuales casi de continuo. Las compañeras racializadas, por ejemplo, estos días tienen que andar reivindicándose  contra la ignorancia y el racismo que las mujeres dominicanas y/o racializadas están sufriendo, dentro del ya racismo cotidiano. Conteniendo cómo ven lo que surge de la basura que ustedes, patriarcas, generan.

Y por su parte el colectivo que organizó el #8M está estableciendo alianzas con los pensionistas. Esos que ustedes tampoco parecen ver. 

Y tantas otras, estoy segura, seguiremos como siempre hemos hecho, organizándonos, reinventándonos y planeando el siguiente asalto y sosteniendo este mundo y su futuro desde la invisibilidad. 
Y muchas también seguiremos o bien desquitándonos de la ignorancia, y otros absurdos o bien simplemente siendo mujer, escribiendo, creando, inventando  o siendo feliz en un mundo que no lo contempla como posible para nosotras. 
Porque la revolución feminista es un trabajo de fondo y no un lazo vacío de compromiso.



Todo esto que conste que lo digo desde lejos, desde mis 43 años, desde mi opinión meditada y tal vez sesgada pero profundamente consternada por la falta de respeto político que han tenido los que aún siguen al mando con lo que fue un gesto radical y trascendental por parte de las mujeres en el #8M.
Y horrorizada también por desgracia con el despliegue de morbo, veneno, oportunismo, racismo y misoginia que la prensa, redes y medios han añadido a algo ya demasiado horrible como para tener que añadirle nada más que silencio y el respeto, como es el asesinato de un niño. 

Me encojo de hombros en mi cocina de Londres, la misma en la que lloré viendo vídeos del 8M, ahora con cierta pesadumbre y desazón. Y me dan ganas de decir: Compañeras aguantad, el enemigo lleva años siéndolo y en eso nos lleva ventaja, pero esto son los últimos coletazos.



Pero como decía, España es un país de sucesos y añado, en el que parece que en realidad no ocurre nada. 

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