Anoche me di cuenta de que en en los dos últimos días, y creo que inconscientemente, hemos visto dos películas de relaciones con hijos e hijas. Curiosamente una habla de la relación de un padre con su hija y otra de la de una madre con su hijo.
Las dos me parecieron interesantes, pero la primera me pareció especialmente buena.
Es una película alemana en la que vemos una especie de inversión generacional muy interesante, en la que el padre por experiencia vital, por edad y por situación es una persona más relajada y anti sistema que su hija. Una hija que pese a su esfuerzo, juventud y puesto de trabajo o quizá por todo ello, vive de una manera tensa e inflexible siendo incapaz de disfrutar de la vida.
La película toca aunque de manera muy superficial el ser mujer en ciertos entornos profesionales.
Pero además de todo eso es una reflexión conmovedora sobre la interacción de padres e hijas en la edad adulta, sobre la vida y sobre la alegría de vivir como elemento esencial e insustituible.
La actriz consigue hacerte sentir la tensión y el egoísmo que todas sentimos cuando los padres nos sobran e incomodan. Esa misma que al tiempo y con el justo karma de la vida ahora nos asusta al saber que pronto como madres un día incomodaremos o avergonzaremos. La recomiendo mucho.
En esta otra la relación es de una madre, divorciada, llegada a la maternidad tarde, con su hijo adolescente. Dentro de un contexto cultural tan cambiante como ellos mismos. Analiza a tres mujeres de distintas edades que confluyen en 1979. Con el foco en la relación madre hijo, en la que la madre (Anette Bening) se siente perdida en todos los aspectos de su vida, quizá sin admitirlo más que su hijo adolescente, perdida en un tiempo que no comprende, con una música que no entiende, y sintiendo que la brecha generacional con su hijo en lugar de ser inevitable es culpa suya.
Tiene cosas muy interesantes, especialmente reflexiones feministas y varios momentos de reivindicación de las mujeres a través del personaje de Abby, una mujer joven artista que se acaba volcando en la educación feminista y musical del protagonista. Interesante reflexión sobre un tiempo politicamente y musicalmente de transición a través de tres mujeres también en transición, también agitadas emocionalmente que proyectan sus incertidumbres en un adolescente que pese a estar en una etapa también de transición parece ser el que lo acepta con más naturalidad.
Como madre de un hijo adolescente comparto y aprecio muchas reflexiones y observaciones transmitidas de manera brillante en la actuación de Annette Bening. Mis únicos “peros” serían el pésimo vestuario y peluquería que no evidencian para nada la época que ilustran y la, digamos benévolamente, influencia de Wes Anderson, llegando a repetir incluso una canción de DEVO que si no recuerdo mal aparece en The Royal Tennembaums. Pero incluso con estas pegas no deja de ser un análisis profundamente interesante contado a través de mujeres. En la que ellas aparecen hablando claramente de orgasmos, menstruación, partos y relación con el propio cuerpo con una normalidad y honestidad por desgracia poco frecuentes. Llena de verdades trascendentales que se cuelan entre momentos divertidos, como el de Annette Bening intentando comprender la diferencia entre Black Flag y Talking Heads. Me parece una película necesaria a la vez que recomendable y que curiosamente al escribir esto he descubierto que lamentablemente no se distribuye en España.
Y finalizo esta entrada con un documental/película que tengo muchas ganas de ver y que está recibiendo muy buenas críticas y es la española “Muchos hijos, un mono y un castillo”
El título se refiere a los deseos expresados por la madre del director del documental y finalmente alcanzados.
Os dejo el trailer que a mi juicio promete: