Últimamente tengo el placer de leer y escuchar a gente muy brillante, hablando especialmente sobre temas de maternidad, lactancia, educación y medio ambiente. Al principio creí estar volviéndome loca cuando era capaz de vincular problemas educativos con los problemas a los que se enfrentan las mujeres en las maternidades. Hasta que hace poco comiendo una pizza con mi familia, mentalmente descubrí, que ese es precisamente uno de los mayores problemas. La forma tan poco holística que tenemos de afrontar problemas o cuestiones humanas. Cuando escuchaba a Sir Ken Robinson, hablar del modelo escolar basado en las fabricas y en el sistema de producción industrializado, podía escuchar en mi cabeza simultáneamente a Sheila Kitzinger hablando de la industrialización del nacimiento.
Parece que tenemos una visión única, que además no funciona nada bien, para tratar a la vida.
Al igual que el científico canadiense David Suzuki nos recuerda que somos un todo, que nosotros somos agua y por lo tanto cuando envenenamos el agua nos envenenamos a nosotros, siento que otros muchos problemas se deberían observar con el mismo enfoque holístico.
Creo que vemos temas como el parto, la lactancia, la educación, la salud, la muerte como si de trozos completamente separables se tratase, como si el bebé que nace, no fuese el mismo que irá la escuela y aquel que un día será ministro, o director de un banco o conductor de un taxi, que ese bebé será algún día un anciano. Y vayamos más allá, ese bebé fuimos nosotros, quizá sea nuestro hijo, y un día nosotros también seremos el anciano.
A menudo por la calle cuando pasa una familia con un bebé o una pareja de adolescentes o de ancianos, siento que me cruzo con mi pasado, con mi futuro y con las vidas paralelas que no me han pertenecido por destino, suerte o elección
Cuando hablo de parto no intervenido en mis clases, siempre hay alguien que me dice la siguiente frase: "Si, Jesusa, pero no nos negaras que antes las mujeres se morían y hoy gracias al progreso ya no". Hablamos mucho de exito y progreso, y yo siempre replico : “define exito y define progreso”
Realmente tenemos que empezar a pensar globalmente, hoy las causas de mortalidad materna en países en vías de desarrollo siguen siendo las que lo fueron para el mundo desarrollado. Abortos ilegales, hemorragia, infección y en un 8% de los casos por obstrucción causada por el bebé.
Me gustaría enseñaros un mapa para mostraros de donde se encuentra el progreso, acceso a higiene, capacidad de elegir, etc...Podéis ver que por lo general hablamos tan sólo de las zonas en verde oscuro.
¿Y de que hablamos cuando hablamos de progreso?
La primera causa de muerte de las madres de niños de hasta un año de edad es suicidio.
Es decir que no creo que sea verdad que ahora las madres no se mueran como se suele decir demasiado a menudo y tampoco creo que nuestro entendimiento de progreso este siendo beneficioso para nuestra especie.
Por supuesto que es progreso reducir infecciones, hemorragia y descubrir técnicas quirúrgicas que salven a cuantos más mejor, pero el progreso también y además es empezar a plantear nuevas preguntas, por ejemplo:
Por qué aniquilar con todo nuestro comportamiento, lenguaje y protocolos hospitalarios la capacidad de producir oxitocina durante el parto para luego inyectar una versión artificial, que sabemos que no es equiparable.
Por qué promocionar la idea del bebé y la madre independiente cuando sabemos que se necesitan.
Por qué quejarse y debatir sobre la falta de libertad de la madre, cuando la maternidad no es (por lo general) impuesta.
Por qué nos sorprende que ascienda la diabetes y el cáncer por ejemplo o que la edad de la primera menstruación se adelante y que haya bebés que desarrollen mamas cuando una gran parte de nuestra especie durante más de 100 años ya no se alimenta de nuestra leche sino de un producto químico.
El progreso no lo es cuando desde 1950 el índice global de suicidio a aumentado un 60%.
El éxito de una sociedad no existe, cuando tenemos a una parte de los niños del planeta muriendo de hambre y simultáneamente a otros muriendo de anorexia nerviosa.
Dá igual de que morimos si seguimos muriendo, o ¿acaso la malaria esta peor vista que el suicidio? Un millón de personas al año decide no vivir.
Medimos el éxito a través de la producción y del capital cuando somos seres creativos e innovadores, valoramos la independencia cuando nuestros instintos son de pertenecía al grupo, cuando es el grupo el que nos trajo hasta aquí.
Valoramos a los niños estándar, que pesen lo mismo, que nazcan en el día establecido, que crezcan dentro de los limites, que sepan como comportarse de acuerdo a un canon preestablecido, cuando los niños son el más poderoso recordatorio de la necesidad de ser individuo.
Interferimos en la relación madre e hijo, cuando todo nuestro instinto y toda la evidencia nos dice que son indivisibles. Queremos inculcar el amor y el respeto por el planeta que se nos muere, cuando no sabemos ni respetar la vida misma ocurriendo en un parto.
Somos un todo, un mismo planeta, una vida, la única que conocemos, la de ahora y la de nuestros hijos.
Las estadísticas de quienes se mueren o como vivimos están hechas de seres humanos, y eso somos vosotros y yo. La vida, no es una cosa que se desmenuza en trozos para poder ser procesada, la vida es eso que brota entre las piedras, eso que se pierde en un segundo y también eso que activa el corazón de un feto, así de pronto en ese segundo y no otro, eso que para muchos de nosotros es la magia, el único antídoto contra la depresión y el conformismo.
Las madres que no son escuchadas en un hospital son las madres del futuro que construimos, los bebés que no son queridos o atendidos, son los adolescentes conflictivos a los que no entendemos.
Necesitamos fomentar la creatividad, la creatividad que respeta al individuo para integrarlo en el grupo. Parece existir una continua necesidad de alienación a través de la estandarización del ser humano. El humano separado del animal, separado de su planeta, el adulto separado del niño, la mujer separada del hombre, el humano separado de si mismo.
Persigamos lo contrario, necesitamos decirle a nuestros hijos que son seres excepcionales y únicos, necesitamos explotar aquello que les hace únicos para que puedan disfrutarlo y para que puedan convivir y respetar a otros seres únicos y excepcionales. Necesitamos respetar esto absolutamente en su esencia y desde el primer segundo, la vida necesita ser entendida desde su espontaneidad y singularidad, se acabaron las fabricas de producción las de bebés y las de niños, las maternidades y colegios necesitan ser reinventados y lo vamos a tener que hacer nosotros, los niños a los que se nos dijo que la vida era un tedio de lunes a viernes de 9 a 5, a los que nos mandaron callar en clase para luego darnos cursillos de comunicación en la oficina, a los que no se nos dejo pintar porque manchaba y no se nos dejo hablar porque lo que decíamos no era importante. Esos niños, nosotros, tendremos que romper con todo ir contra lo aprendido y empezar de nuevo, debemos celebrar la vida desde el principio y por ello parir, amar, amamantar, criar a nuestros hijos , quedan declaradas actividades revolucionarias que podrían cambiar el mundo, al menos el tuyo. ¡Amate, ama a tus hijos, ama el mundo!
Jesusa Ricoy Olariaga
Es madre de dos hijos y una hija, paridos y amamantados con mucho amor, que están siendo educados en casa. Y además...
Profesora de educación perinatal, trabaja dando clases de preparación al parto para el National Childbirth Trust en Londres, escribe, es doula, colabora con Birth Crisis (red de apoyo telefonico creada por Sheila Kitzinger), colabora ocasionalmente en la sección de apoyo psicólogico del blog de Eduard Punset, es cofundadora de la linea teléfonica en España “Escuchando con el corazón”, imparte talleres a profesionales, pasa demasiado tiempo en Internet y no sé cansa nunca de aprender, pero es sobre todo y ante todo una revolucionaria :-)
Este artículo fue originalmente publicado en la revista online "Descubriendo la infancia"