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Soy una feminazi, una fascista.



Las mujeres vivimos sometidas a un sistema social absurdo, injusto y opresor hacia nuestro género. Reclamar nuestras libertades lo evidencia y  la única escapatoria para estos sistemas sociales de opresión es tacharnos de extremistas, radicales, fascistas, opresoras y feminazis. 

Todo desequilibrio social viene resuelto de manera desequilibrada.
Si miramos a los grandes conflictos sociales en la historia,  veremos que para la supremacia de un grupo es necesario generar "la otredad" del grupo a oprimir y construir un ideario social contra ellos.
Diferencias de piel, de pensamiento, de olor, de capacidad, de fuerza, de comportamiento, de honestidad, inteligencia, de peligrosidad, etc, etc, etc...

El más largo, cruento y despiadado ataque basado en la supremacia de un grupo sobre otro es el que el machismo ejerce sobre las mujeres.
Podríamos decir que este ahora ha evolucionado y versa más sobre lo que se considera heteropatriarcal blanco y todo aquello que podría encajar en lo "femenino".
Siendo "femenino" todo aquello que constituye la otredad para el patriarcado. Por dar un ejemplo de cómo yo entiendo ese gran cajón en el que meter lo repudiado diría que en "lo femenino" caben la emocionalidad, otras razas que no sean la blanca, la naturaleza, parir, una mujer, los cuidados, socializar, un niño y por supuesto el feminismo e infinidad de cosas más...
A menudo me encuentro con que la gente acepta mantras dignos de mundos Orwellianos sin ningún tipo de cuestionamiento y de hecho creo que los necesitan para su estabilidad emocional. 
Por ejemplo por mi trabajo, observo frecuentemente que toda la construcción social sobre la necesidad de dejar a los niños cuanto antes en una guardería, la hipersexualización del pecho femenino, la falta de normalidad de la lactancia materna, las faltas de apoyo y de conocimiento por parte de profesionales, la necesidad de compartir ese aspecto de la crianza y no otros con el padre, la publicidad engañosa sobre la leche de fórmula y un largo etc. Van filtrándose con muy poca base, a menudo con actitudes basadas en superficialidades, anuncios, películas, opiniones, pero  se filtran poco a poco en las decisiones "conscientes" de gran parte de los futuros padres y se vuelven incuestionables. 
Pero cuando se reclama con todo tipo de argumentos sólidos la necesidad fisiológica de recuperar la lactancia materna por cuestiones de salud evidenciados no sólo con la lógica fundamental sino también con la evidencia científica, esto se percibe como un intento de lavado de cerebro, apología de algo, propaganda x y en definitiva se genera el concepto a menudo usado en redes de las "breasfeeding nazis" (nazis del amamantamiento) "gestapo of the breast" (la gestapo del pecho). Curiosamente el nazismo otra vez, ante el reclamo de algunas de nosotras frente a un sistema que prefiere que no se le cuestione y detesta nuestra autonomía corporal.

Cuestionar a toda una sociedad que nos fuerza a la productividad constante empujándonos a preferir sin preguntas un trabajo a estar con un bebé si así lo elegimos durante un tiempo, cuestionar que no se aprecie ni se remunere el trabajo que las madres hacen en casa o por qué se desdeña tanto a las mujeres que no trabajan fuera de casa es mucho más complicado y esto generaría demasiados problemas de consciencia y coherencia. Da igual que se nos fuerce a solamente cuidar de los hijos como a no poder cuidarlos, lo que nos debería indignar es que se nos fuerce da igual a que, ya que esto cambía continuamente en función de lo que nosotras prefiramos. Lo que queramos no lo podremos tener nunca.

Cuestionar a todo un sistema de pensamiento es algo muy incómodo, algo así como aceptar que tus padres eran tus abusadores. Como sociedad somos los niños que son capaces de sufrir antes que cuestionar la bondad paterna del sistema social que nos oprime, ya que cuestionarlo significa cuestionar toda nuestra identidad.
Es más fácil zanjar el asunto añadiendo el nuevo sufijo -nazi a cualquier expresión de autonomía de una mujer.



Cuando las feministas debatimos en lo personal y en foros virtuales o físicos, a menudo nos damos de bruces con situaciones en las que la opresión y el privilegio se encuentran cara a cara, para quienes nos hablan desde el privilegio la empatía con nuestra situación es imposible, y por tanto cuando reivindicamos nuestra lucha, pasamos a ser consideradas fascistas.

Si vamos a hablar tan a la ligera de un asunto tan sangriento, criminal, terrible y serio como es el fascismo y el nazismo. Fascismo sería algo mucho más próximo a lo que el patriarcado emite como un éter permanente en forma de ideario colectivo de la mañana a la noche. 
Es aquello que nosotras percibimos y sufrimos en la literatura, la prensa, los anuncios, las películas, la vecina del quinto, el póster en la tienda de electrodomésticos, el señor de la tienda de electrodomésticos, el uniforme del colegio, la mochila de tu hija, la sección infantil de la tienda de ropa, la estantería del quiosco, la foto censurada en Facebook, el policía, los obreros del andamio, las preguntas sobre tu vida, el médico, la médico, el taxista, Reverte, cualquier debate, la sección "mujeres",  forocoches, Trump, las noticias de violaciones, los comentarios sobre las mujeres políticas, los chascarrillos continuos, el maltrato, las muertes, la falta de respuesta judicial, el silencio cómplice, el "será culpa tuya" y todo, absolutamente todo, todo...Como un generador de propaganda absolutista y fascista, permanente que nos rodea y que es el filtro de lo que constituye la verdad incuestionable. 

No es que yo lleve gafas moradas, es que la gran mayoría elige activamente la ceguera.
No es que yo sea fascista es que me niego a ser cómplice de mi deshumanización.
No es que sea una feminazi es que vuestra opresión se construye sobre mi silencio.



El otro día vi un vídeo de un paramedico que agarraba por el pelo a su pareja embarazada y le daba patadas en el vientre no sólo a ella sino también a su futuro hijo.



Y pensé, qué justicia podemos buscar, qué lucha equilibrada pretenden que hagamos, es un insulto más que se nos busque sedar y acallar socialmente cuando nuestros maltratadores, acosadores y asesinos son también nuestros médicos, jueces, políticos, cantantes, actores, profesores, taxistas, vecinos, familiares y parejas.
Estamos rodeadas, adoctrinadas y acalladas.
Y por ello cualquier mínimo intento  de rebelión necesita ser sepultado y catalogado de violento y fascista.
No no, que no nos distraigan aquí hay solo un fascismo y una violencia y aceptarla es un acto suicida a corto o largo plazo, física o emocionalmente.
Por todo ello y pese a lo ultrajante y mentiroso del término 
Antes viva y feminazi.
Que muerta y oprimida.



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