Para leer la primera parte haz click aquí aquí
Hay un silencio que me incomoda profundamente y es el de todas las personas que sin saberlo me hicieron dudar durante el tiempo que duró nuestra educación en casa, que quizá sin mayor intención que conversar o emitir juicios superficiales cuestionaron la viabilidad, la salud mental de mis hijos al final de su infancia o sus posibilidades de éxito en la vida.
Hay un silencio que me incomoda profundamente y es el de todas las personas que sin saberlo me hicieron dudar durante el tiempo que duró nuestra educación en casa, que quizá sin mayor intención que conversar o emitir juicios superficiales cuestionaron la viabilidad, la salud mental de mis hijos al final de su infancia o sus posibilidades de éxito en la vida.
A todas esas personas, no les guardo rencor, en realidad me lo guardo a mí por confiar en ocasiones, a altas horas de la mañana, en sus palabras más que en mis hijos, que en mi o en nuestras capacidades e inteligencias.
A todas esas personas y a tantas otras que vendrán a cuestionar a otras familias desde la ignorancia, les enseño desde aquí un fragmento de la carta que me acaba de llegar. En la que nos invitan al Royal Festival Hall para la entrega de un premio por los logros de mi hijo mayor, en Enero. Además de este y otros premios, recientemente le invitaron a una reunión porque basándose en sus notas han predecido que podría estudiar en Oxford, cosa que a él por el momento no parece interesar demasiado.
La realidad es que lo que vaticinaron las voces críticas que se alzaban en supermercados y parques, no se cumplió, en lo que confiábamos mientras se nos cuestionaba, se ha cumplido con creces por parte de mis dos hijos. Sus decepciones por otra parte desde que empezaron son con la agresividad colectiva de otros niños, la falta de interés y la pérdida de tiempo durante las horas lectivas, el machismo y sexismo de sus colegios y la superficialidad del entorno a la hora de tratar ciertas cuestiones y la falta de espacio y tiempo para la creatividad, cada vez que he intentado hablar de estas cuestiones con los profesores, en ocasiones profesores que ¡ni siquiera han adivinado/sabido durante un año que mis hijos no han ido al colegio! De repente, al mencionarlo yo, intentan acusarles de "tener un problema por su homeschooling" refiriéndose a los clásicos problemas de socialización?!
Pues no, por ahí no paso, las malas noticias para ustedes "escuelas en posesión de lo moralmente correcto" son que los problemas de socialización los tienen ustedes, que las preguntas que se deberían andar haciendo son del tipo de por qué alumnos brillantes que reciben premios, a los que mandan infinidad de postales y llamadas para elogiar, no sólo sus dotes académicas sino su calidad humana y contribuciones al resto del grupo, se sienten incómodos y agredidos y poco cuidados en su entorno educativo.
Desde aquí invito a las escuelas a la reflexión sobre el tipo de socialización que en ellas se genera. Por lo demás seguimos adelante, como podemos, equilibrando opciones confiando que el tiempo que pasaron en casa en libertad les hará fuertes como individuos librepensadores que puedan vivir felices desde el respeto al prójimo, a fin de cuentas ese fue el único "currículo" que me propuse lograr cuando plantee su desescolarización, ambicioso pero necesario, esencial diría yo.