Una vez más la "controversia" (palabra que últimamente me pone enferma por venirse refiriendo a "cuando una minoría señala una burrada social que es simplemente inaceptable") sacude las redes sociales. En esta ocasión la revista Hip Mama y mi amiga la artista Ana Álvarez Errecalde en el ojo del huracán de posts, reivindicaciones y artículos.
Justo andaba preparando mi ponencia sobre The Power of Motherhood y pensando en utilizar otra obra de Ana, "El nacimiento de mi hija", ahora me veo "obligada" a usar ambas.
Sin revelar demasiado de lo que trataré en profundidad en la ponencia. Para mí, en estas situaciones de censura, de nuestros pechos, en concreto y podría extenderse a nuestros partos, hay una cuestión muy clara y es el sentido de propiedad y autoridad que emiten las fotos. El cuerpo femenino para uso y disfrute de quien lo habita y no de quien lo observa es una contradicción visual que descoloca por la continua sobrexposición de lo contrario.
La mujer es un objeto público. Y el utilizar nuestro cuerpo desde nuestra autoridad es un acto de insumisión.
Nos guste o no, nos creamos libres o no. De no ser así la forma biológica de alimentar a nuestros hijos/as no sería tema de discusión, nuestra apariencia física causante de enfermedades mentales y nuestras decisiones reproductivas una cuestión política.
Yo no creo que la maternidad o su ausencia ni muchísimo menos tengan que suponer una transformación existencial para toda aquella mujer que pasa por esas decisiones. Para la gran parte de las mujeres estas decisiones no son trascendentales ni creo que deban serlo siempre, la vida es mucho más compleja y llena de vicisitudes para muchas mujeres que no se pueden ni plantear su trascendentalidad. Pero si que creo que son una oportunidad y muchas la toman para redescubrirse y contemplarse por dentro. Para aprender si se tiene curiosidad, y para liderar, porque un gran secreto de la maternidad, es que nos hace líderes.
Lideramos a las futuras generaciones con cada acto y cada gesto, cada silencio y cada grito. Nuestros hijos e hijas esponja absorberán nuestra humildad, nuestra rabia, nuestra gratitud y tantas otras cosas. Y lo reciclarán a su manera para verterlo al mundo. La manera de sentir que somos dueñas de nuestra vida también calará en ellos/as.
Cuando una mujer amamantando mira a la cámara, en esa confrontación el objeto observado ha pasado de la pasividad al control.
¿Qué ocurre si la mujer deja de ser el objeto observado para ser la autoridad que decide?
Mi pecho es parte de quien soy yo y mi cuerpo y es mío y sólo mío, para alimentar a quien quiera, excitarme como quiera o para ser simplemente tan poco relevante como pueda ser mi nariz o tan importante como para esconder un cáncer.
Mi pecho sólo es propiedad pública cuando este es lo que me une culturalmente con otras mujeres y otras madres mamíferas en museos, canciones, historias, poemas y con Ana en esta obra. Porque mi pecho es parte de la historia matriarcal esa que nadie cuenta y tanto incomoda cuando intentamos rescatarla tanto como incomoda la historia que seguimos y seguiremos irremediablemente y pese a quien pese, creando. Como haremos con este trozo de nuestra historia que nos ha regalado Ana en esta obra y con nuestra lucha por su defensa.
Mi pecho sólo es propiedad pública cuando este es lo que me une culturalmente con otras mujeres y otras madres mamíferas en museos, canciones, historias, poemas y con Ana en esta obra. Porque mi pecho es parte de la historia matriarcal esa que nadie cuenta y tanto incomoda cuando intentamos rescatarla tanto como incomoda la historia que seguimos y seguiremos irremediablemente y pese a quien pese, creando. Como haremos con este trozo de nuestra historia que nos ha regalado Ana en esta obra y con nuestra lucha por su defensa.