Soy pacifista.
Tanto es así que creo firmemente que la paz debería ser lo normal y establecido, no un bien escaso por el que luchar o un lujo que depende de la economía, política, edad y género.
Y por esta creencia no puedo comprender que haya seres humanos que sufran maltrato e injusticias en esta vida. Me afecta profundamente.
En mi trabajo, el parto, hay injusticias y bien grandes, también relacionadas con la economía, política, edad y género. La discriminación por estos factores sigue siendo un obstáculo para que muchas de nosotras encontremos paz durante nuestra vida en este planeta.
Las mujeres me llaman, escriben y mandan mensajes para contarme el maltrato que han sufrido en sus partos.
Trabajo para la red de apoyo Birth Crisis creada por Sheila Kitzinger para escuchar a madres traumatizadas durante el nacimiento de sus hijos y mi teléfono se anuncia para mujeres que necesiten este servicio. Además cofundé un proyecto gemelo en España.
En el movimiento de La Revolución de las Rosas a veces escuchamos a alguna mujer que ha sufrido violencia obstétrica decir que más que una rosa tiraría una piedra a quien le maltrató y lo dicen con el sentimiento de que nuestro movimiento es demasiado "suave" como respuesta a lo que muchas mujeres han sufrido.
Pero muy a menudo también escuchamos a organizaciones e individuos decirnos que no quieren unirse a nuestra causa por no creer en la "guerra" o la negatividad.
Creedme, La Revolución de las Rosas es tan positivo como pueda ser posible serlo tras escuchar a una mujer que te cuenta que no se ha podido sentar durante un año por lo que le hicieron durante su parto.
Creedme, es tan positivo como pueda ser posible serlo tras haber visto los morados en la barriga de una mujer producidos por alguien que se le subió encima para "ayudar" a salir al niño.
La Revolución de las Rosas no cree en ninguna guerra más allá que aquella contra la ignorancia.
Trabajamos unidas protegiendo a mujeres y profesionales y eso no es trabajo fácil.
Somos constructivas no destructivas pues hemos levantado una red virtual de varios países en la que mujeres de todo el mundo se pueden sentir apoyadas y reconfortadas en la verdad de que no fue justo lo que les hicieron y es intolerable.
Para que así cojan una rosa y no una piedra, protegidas con todo el poder de las mujeres, activistas, matronas, abogadas, médicos y psiquiatras que comparten su dolor y entienden que están en su pleno derecho de sentirse maltratadas.
Venimos en paz y con una flor en la mano y tan sólo queremos decirte que como sociedad tenemos un problema y se llama violencia obstétrica.
Queremos ponerle nombre, dialogar y así poder deshacernos de él porque creemos que todo nacimiento merece amor y paz.
Y porque pensamos que en siglo XXI los humanos se deben a sí mismos comportarse de una manera más respetuosa y amable.
Pero también creemos que callando el sufrimiento de tantas madres y bebés estaríamos siendo tan violentos o más que la ignorancia institucionalizada que permite que este crimen siga ocurriendo en muchos partos alrededor del mundo.
Llegar a la vida de una manera violenta jamás nos construirá un futuro en paz.