Veo que los humanos y humanas caemos en la repetición de nuestros errores con cierta facilidad. Y bueno en realidad la naturaleza también tiene tendencia a la repetición. Y aunque la repetición y mutación suelan darse en la persecución de perfeccionamiento o de alternativas más interesantes, a veces esto lleva a cosas tan terribles como el virus que nos somete ahora a todo tipo de adaptaciones forzadas y forzosas, que sobrellevamos como buenamente podemos y en función de nuestras circunstancias. Las mías como madre unschooler (mis hijos no están escolarizados) residente en Londres, no son las peores. Y desde aquí contemplo al que fuera mi país, desde la ventana virtual que me ofrecen mis amplias redes sociales y compruebo con mucha angustia la aplicación de algunas medidas llevadas a cabo en estos días extraños. Antes de nada me gustaría decir que voy a intentar ser prudente, porque si algo sé en estas circunstancias es que no sé nada y también que me alegro de no ser ninguna de las personas tomando las decisiones colectivas al respecto. Pero, aún así me gustaría compartir una reflexión, que me viene a la mente cuando leo a cientos de madres en España con las que hablo estos días. ¿Qué es la salud? ¿Es la salud no enfermarse? ¿Va por grados? ¿Es sólo la física? ¿Se le puede dar prioridad a una parte de la salud sobre otra?
Para mí la salud, es el bienestar físico y emocional, es la ausencia de estrés, es la luz del sol y el descanso, es el cariño y la sexualidad y el sentirse acompañada y cuidada, es el juego y me atrevería a decir la risa, y el no deprimirse, es existir con relajo y disfrute siempre que se pueda.
Y digo todo esto especialmente por niños, embarazadas, personas solas, cuidadoras y dependientes, deprimidas, autistas y la infinidad de personas que componemos la especie humana en sus multiples variaciones. A todas ellas se las ha encerrado hasta nueva orden, a todas ellas se les ha dicho que es por su salud, a todas ellas se las ha condenado al estrés sin escape, a los malos tratos quizá, a la falta de respuestas sobre qué hacer si para ellas la salud no es esto. Y a todas ellas por desgracia se las ha dejado expuestas al acoso de la nueva auto erigida policía vecinal, que tanto nos recuerda a una España que creímos haber dejado atrás.
En Londres, donde resido y desde dónde puede que en unos días me trague las palabras que ahora escribo, podemos salir una hora de ejercicio físico además de compras o para acompañar a personas vulnerables. Ayer salí una hora con mi hija y olisqueé el aire con absoluta desesperación. No lo hacemos todos los días aunque tenemos la libertad de hacerlo, porque aquí por ahora el ejercicio físico se considera saludable y los niños, faltaría más, disfrutan de los mismos derechos que perros y adultos. Otras veces van mis tres hijos a jugar un poco al fútbol con su padre, cuando no hay nadie en un campo al lado de casa. Y yo cuando me saturo salgo un rato al jardín y hablo con vecinos al otro lado de la valla. Somos responsables, limpiamos lo que tocamos y reducimos mucho nuestras salidas. Pero sé que de no tener la posibilidad de hacerlo, probablemente estaríamos todos sufriendo de niveles muy altos de estrés, de hecho sé que lo más complicado sería ver a mi hija de 8 años confinada todo este tiempo. Por eso cada vez que salgo estos días lo primero que me viene a la cabeza son todas esas personas que no pueden salir de casa, y siento cierta culpa por lo que mis amigas y sus familias no pueden hacer. Cada vez me preocupa más todo esto porque no paran de llegarme noticias de más casos de acoso hacia madres que por diferentes circunstancias tienen que salir con sus pequeños.
Me preocupa muchísimo la salud de estos niños y de sus familias. Si alguien debería tener prioridad para salir a respirar el aire (ese que además no contagia nada, les recuerdo que no hablamos de gases tóxicos ni radiación nuclear) deberían ser los niños, especialmente los que ni siquiera comprenden lo que ocurre.
De hecho se me haría mas lógico que adultos/as sanos/as se quedaran en casa y que enfermas, ancianas y niños tuvieran acceso alterno a la luz solar y el aire. No sé, pero supongo que eso se daría en una sociedad más preocupada por los cuidados que por la productividad. Los cuidados esos que nos siguen fallando tanto, esos que son siempre la razón de fondo en toda crisis.
Mi amiga la activista Silvia Agüero Kamipnasqo Mestipen dijo muy sabiamente el otro día a colación del racismo, un virus más letal que el Corona, algo así como: “ahora sabréis porque los gitanos nos despedimos diciendo Salud y Libertad”
Pues sí, yo ahora por fin comprendo que son cosas para mi, absolutamente indivisibles.
P.s: En relación a lo expuesto recomiendo mucho esta entrevista al Dr. Gérvas