Se les dice a las bebés, que no lloren que se ponen feas, que no se ensucien, que qué guapas están. Se les ponen pendientes, se les dice que para presumir hay que sufrir, se les cuentan cuentos en los que las princesas son rescatadas, se les llama princesa. Se les dice marimacho cuando se aventuran y exploran, que sean finas, que se comporten y que las señoritas no hacen eso...Las señoritas, se aprende, no hacen nada que huela a libertad.
Se les dice a las niñas que su regla es un estigma, que les dolerá y que está mal visto hablar de ella. Su regla es sucia, les quita libertad y el único privilegio que les otorga es el de ser mujer, privilegio que para entonces ya saben que consiste en: ganar menos, tener más posibilidades de ser atacada, tener una opinión menos válida, ser inestable y tener la responsabilidad de preocuparse por su imagen siempre y para los demás.
Se les dice a las chicas que no sean fáciles que no se dejen tocar por el primero que encuentren, pero que se pongan guapas por si acaso. Se les recuerda permanentemente que sus cuerpos cada vez necesitan más para ser validos: pintauñas, depilación, tintes, masajes, accesorios, extensiones, dietas, bronceados y photoshop. Que se busquen un buen partido, pero que aspiren a tener un buen trabajo, que no tengan hijos pronto, que disfruten de la vida pero que no estén solas...
Se les dice a las mujeres que se ponen insoportables, que no engorden, que no griten, que se pongan la epidural, que no se quejen, que se liberen para ser esclavas, que den la talla, que se vuelven gruñonas, que tienen flatulencia, que por más que lo intenten sí no es con cirugía no las verán nunca bien. Se les dice que sus oportunidades se pasan, que tienen que elegir entre lo que quieren y lo que pueden, que han de sacrificarse, que den gracias que antes era peor, que ellas pueden con todo pero no pueden tener todo lo que quieren. Que descuidar la casa es algo por lo que ellas sufren más y están capacitadas para hacer mejor. Que no hablen de su cuerpo ni lo reivindiquen que eso es feo y agresivo.
Se les dice a las más mayores que ya se acabo su tiempo, que no sean ridículas preocupándose por su imagen, que no sean pesadas, que ya no tienen por qué hacer nada, que disfruten sin molestar, que no se enteran, que están tontas, que no tienen opinión, ni interés, ni sexualidad, que disfruten de cuidar de sus maridos que tienen suerte de tenerlos, que si se enferman lo hagan con dignidad y mueran pronto, sin dar la lata.
Se les dice a las mujeres que se callen desde que nacen.
Se nos dice feas, gordas y molestas. Se nos dice puta y se nos dice vieja.
Se nos viola y mata y se nos educa para ello, con unos sí con otros no pero somos siempre de todos ellos.
Crecemos mártires, santas, madres y esclavas. Se nos calla, se nos calla y se nos dice que no somos nada.
Nada nuestro, nada propio, nada escrito, contado o inventado por nosotras.
Y yo solo quiero gritar y quiero que las hijas de mis hijas griten conmigo: "Yo soy mía, yo soy libre, yo me sueño".
Porque yo no me gusto cuando callo ni cuando estoy como ausente. Me gusto cuando lucho, cuando digo basta y cuando escribo con esta rabia ancestral de tantos silencios. Silencios bajo cuerpos opresores, bajo manos alzadas, bajo sentencias injustas, bajo cansancios milenarios, bajo el mal trato de cada día, bajo el miedo de vuelta a casa, bajo la falda, bajo el sujetador, bajo el carmín y la raya. Silencios de la mañana a la noche en cada espejo y cada beso. Silencios de abuelas a madres, de tías y de hijas.
Silencios de una misma soñándose libre.