Por lo general se suele hablar de la la lactancia desde el punto de vista de que la madre da algo, decide cómo y cuándo darlo y si darlo o no... En mis clases yo siempre intento que dejemos de verlo así.
La lactancia desde sus inicios es controlada, regida, establecida y mantenida por el o los bebés. He aquí algunos puntos para ayudarnos a cambiar nuestra percepción:
*El calostro se produce en nuestro cuerpo debido al embarazo
*El bebé tiene el instinto y la necesidad de llegar hasta el pecho y estimular la producción de oxitocina, si no se interfiere en este momento.
*Los pezones de la madre se oscurecen para facilitar que el bebé encuentre el pecho, la distancia que puede apreciar un bebé recién nacido suele ser precisamente la misma que hay entre el pecho y la cara de la madre.
*La leche materna se adapta y produce en función de las necesidades del bebé, cuanto más estimule el pecho más se produce, cuando no mama se deja de producir,esto pese a ser básico parece no estar aún claro.
* Cuando nuestros hijos lloran estimulan nuestra pituitaria activando la producción de leche, por eso nuestros pechos pueden gotear estando en otra habitación si oímos llorar a nuestro bebé.
Con todo esto en mente, la idea de que la madre, por ser el adulto o la que tiene el alimento necesario, puede dirigir o controlar este proceso no tiene mucho sentido, por otra parte otra percepción que necesita ser cambiada es la de que dar el pecho es alimentar, lo fascinante y apasionante de dar el pecho es que es un acto de comunicación que encierra muchisimas otras cosas.
Los bebés necesitan protección de sus madres, nuestros bebés nacen prematuros física y emocionalmente, sus cráneos no están cerrados para que puedan atravesar el canal de nacimiento. Esto es un hecho evolutivo fascinante, en nuestra evolución comenzamos a andar erguidos al tiempo que nuestros cerebros agrandaron, por lo tanto teníamos pelvis más estrechas y bebés con una capacidad craneal mayor, cómo resolverlo: con bebés que están “sin acabar”. Además emocionalmente nuestros bebés son totalmente dependientes de nosotros necesitan ser cargados y protegidos de enfermedades, la leche de la madre contiene la inmunición necesaria para proteger a ese bebé, los bebés pasan cerca del ano de la madre al nacer y así las primeras bacterias que pueblan la flora intestinal de el bebé (nacido vaginalmente) son las mismas para las que la madre tiene protección en su leche...¿casualidad?¡No!
Algo básico y necesario que se nos escapa en estos días es la necesidad de supervivencia de nuestra especie. En términos evolutivos, que el 50% de las mujeres no pudiesen parir veginalmente o producir leche sería un suicidio para nuestra especie, por lo tanto todo debe encajar para que nuestros bebés sobrevivan. La mayor parte de problemas en estas situaciones, tanto el parto como la lactancia.Se dan por no entender algo tan básico.
Volviendo al tema que nos ocupa, un bebé que necesita madurar, ser protegido de depredadores y de virus, así como regular su temperatura necesita estar en el pecho de la madre.
Aquí podéis ver una ilustración de los diferentes tamaños del estómago de un bebé:
Traduzco: La primera ilustración es sobre el estómago día 1, y es del tamaño de una canica, sí repito, una canica. Os recomiendo que cojáis una canica en vuestra mano y reflexioneis un rato.
Cuanto calostro cabe ahí dentro, cuantas veces se procesará este pequeño estomago, cuantas veces necesitará llenarse y más sabiendo que el llenar este estómago ayudará a producir la cantidad que el estómago de la tercera ilustración (día 10= huevo de gallina) necesita. Otra cosa muy interesante es que el estómago del día 1 no cede ni se estira por más que se le dé.
La ilustración de en medio se corresponde al día 3 el tamaño de una bola de ping pong.
Lo importante es recordar que las madres tras este pequeño ejercicio, deberían entender dos cosas:
1.“No tener suficiente” es un tópico sin fundamentos, cómo veis el bebé necesita muy poco y será él o ella quién “haga el pedido” de lo que necesita, estimulando el pecho más a menudo.
2.Las tomas por tanto han de ser cuando el bebé las necesite.
Si entendemos que el bebé es quien necesita la cantidad de leche X, entenderemos que cualquier intervención en este proceso sólo causará problemas. Imaginad por un momento una de esas maquinas dispensadoras de café con leche. Todos alguna vez hemos experimentado problemas, cuando ponemos un vaso vacío, le damos a un botón sale el café en su cantidad justa, y luego a otro botón y leche, por ejemplo, en las ocasiones en las que la maquina nos da la cantidad equivocada o no para, nos desborda el vaso, y si no hay café, nos vamos con una leche manchada y no el que necesitábamos, y si ese día no hay café andaremos medio dormidos por qué a nuestro cuerpo “le falta” (desde luego la leche materna es incomparable y menos a un café, pero se me ocurre como analogía sobre oferta y demanda, ¡que nadie se ofenda!)
Nosotros sabemos lo que necesitamos y si podemos darle a los botones correctos y la maquina ha sido debidamente abastecida, y se han repuesto las cantidades que se usaron el día anterior, tendremos las cantidades justas que necesitamos.
Cuando las madres intentan establecer rutinas y métodos es cuando empezamos a ver problemas de mastitis, de pechos hinchados y dolorosos o escasez de leche, y los bebés a veces, tan enfadados porque su hambre ya se pasó de rosca, no son capaces de dejar de llorar para poder engancharse al pecho bien.
Imaginad que os diera un dulce y os dijera, lo podéis mirar, oler, pero no tomar hasta que yo os lo diga, ni aunque tengáis hambre. Un bebé en brazos de una madre que mira el reloj, porque se lo han dicho, hace que el bebé experimente lo mismo que vosotros con el dulce.
O imaginad que ese día que tenéis más sed porque hace calor, o que estáis un poco tristes y necesitáis una chocolatina y un abrazo, o cuando tenéis una gripe y necesitáis esa sopa especial, imaginad esas situaciones y a alguien que os impidiera satisfacer esa necesidad, cuesta imaginar que ese alguien fuera una madre.
Y a la madre también le cuesta no sólo imaginarlo sino experimentarlo, porque fisiológicamente ella también está diseñada para responder a esta necesidad. Por eso las madres que deciden no dar el pecho se ven enfrentadas con su propio cuerpo testarudo que llora leche y en ocasiones lágrimas, por eso cuando se establecen rutinas el pecho se desborda o vacía, imposibilitando la comunicación del bebé con el cuerpo de su madre, creando todo tipo de problemas y “justificando” el uso de biberón.
Por eso las madres se irritan y corren cuando el bebé llora y se lo llevan al pecho, esa zona que no es casualidad tiene un 23% del flujo sanguíneo, (a los riñones va un 10% y al cerebro un 20%).
La lactancia exclusiva a demanda sin ningún otro artefacto en la boca del bebé (tetinas, pezoneras, chupetes) durante los 6 primeros meses es además un método anticonceptivo de éxito en un 98%. Se ha sugerido por parte de especialistas de la salud y la psicología que es más sano para la madre y para sus hijos dejar espacios de al menos dos o tres años entre sus embarazos, ¿casualidad?. Que la lactancia sea mejor a demanda, no entienda de substitutos y se recomiende hasta los dos años, no es casualidad, que no encaje en nuestro mundo actual eso es otra historia, la que hasta aquí hemos creado.
Seguir intentando meter al bebé mamífero en lo que sus instintos y capacidades así como los de su madre, entienden física e inconscientemente como: un abandono, una exposición al peligro y una vulnerabilidad a las enfermedades, es y será siempre un problema para nuestra especie, física y psicológicamente. Si no sabemos rectificar y crear una sociedad en la que sus futuros individuos y las protectoras de su especie tengan las necesidades evolutivas cubiertas...dudo de nuestra capacidad para lidiar con el futuro de la misma.