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Desconecto, pero no me rindo

Tal y como pensaba el #metoo (#yotambien) da igual.
Dan igual los grandes números de mujeres que hayan sufrido violencia sexual a manos de hombres. Nos quedamos en el mero fenómeno de la etiqueta. No hay una correspondencia real de empatía social. No hay una reacción en masa, un estudiar qué les pasa a los hombres, qué nos pasa cómo sociedad, no hay medidas sociales inmediatas de supresión de películas que promuevan el machismo y la violencia machista. Una revisión de las leyes y protocolos. 

Pongamos un ejemplo absurdo ¿qué pasaría si la reacción brutal que vimos con el #yotambien fuera por parte de las personas pelirrojas? Todas las personas pelirrojas dijeran haber sido agredidas físicamente. 
No creéis que habría infinidad de respuestas, solidarización, perplejidad, estudios e investigación, refuerzos positivos, protocolos contra cualquier insinuación contra las personas pelirrojas, etc...
Y por qué tras el #yotambien lo único que veo es un nuevo tema apetecible, casi como si de una moda o un vídeo viral se tratara.
Por qué no veo una sociedad con el nivel de shock correspondiente y no sólo eso, ademas lo que sí veo es  lo que para mi constituye un absoluto horror. Comentarios provocadores, pedofilos como Sostres invitados a debatir sobre nuestro abuso, detalles escatológicos e innecesarios por todas partes, encuestas sobre si lo de “la
Manada” fue violación o sexo consentido y un refuerzo del ideario machista ahora en forma de debate trending topic.
Anoche con los artículos y actitudes que vi en Facebook (por administrar varias páginas feministas) acabé yéndome a la cama con un ataque de ansiedad y hoy estoy como deprimida y desganada.
Y con cierta aversión a Facebook, un medio que utilizo con el único objetivo de poder llevar a cabo acciones 

 puntuales.
He visto que varias mujeres que me leen compartían mi sentimiento y el sentimiento de que por otra parte abandonar la “lucha virtual” parece un acto de rendición.
Y luego he pensado en todos los #yotambien todas ellas leyendo las noticias como yo, con todo detalle de la violación de los San Fermines, que nosotras cambiamos mentalmente en un ejercicio terrorífico con nuestras propias experiencias, viendo las fotos de esos “chicos normales” que nosotras intercambiamos por la cara de los “chicos 
” que nos atacaron a nosotras y leyendo como se juzga la vida “normal” que hizo la víctima tras la violación. Esa vida “normal” que nosotras mismas hemos hecho. 
“Normal”...Normal es una palabra que cada vez entiendo menos.
No es normal crecer creyendo tantas cosas de ti misma transmitidas de la mañana a la noche por un ideario colectivo que para cuando tus compañeros de piso te drogan y violan lo integres como lo “normal” porque quizá te vestiste de aquella manera o bebiste demasiado y te comportaste de manera poco clara.
“Normal” no fue sentarme a desayunar con ellos como si tal cosa al día siguiente. Normal no fue que me llevara años comprender que me habían violado con rohypnol y tampoco es normal que me duela el estómago y se me acelere el pulso al escribir esto.
Al igual que tampoco es normal para que se invite a tres machistas  a debatir sobre el acoso que sufrimos las mujeres.
Ni es normal que alguien a quien se le ha escuchado decir que a las mujeres hay que agarrarlas por el coño sea presidente electo de Estados Unidos.

No es normal que como respuesta a la cantidad de mujeres 
asesinadas en España el presidente del país diga como solución que las víctimas de la violencia machista llamen a un número de teléfono.

Pero es que tampoco es normal que la sociedad se divida entre el #yotambien y #notodosloshombres
Entre oprimidas, violadas y abusadas y quienes no las creen, no hacen nada por cambiarlo y quienes las abusan.

Por todo ello y mucho más se me hace insoportable exponerme a tanta violencia desde las instituciones, a los 
juzgados, fuerzas del orden, a las redes en estos días. 

Desconecto,  pero no me rindo.


Lo hago con todo el respecto posible por otras supervivientes y especialmente por la mujer que está siendo increíblemente valiente estos días en el juicio machista que se está llevando a cabo en Pamplona.


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